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Almería surgió a orillas del Mediterráneo como barrio marítimo de Urci, en el que se instalaría, bajo la protección de la Alcazaba, una importante atarazana musulmana que permitió su relación con los confines de dicho mar y que sufrió las agresiones que llegaron a través del mismo. Aunque tuvo antecedentes defensivos, de los que apenas quedan restos, su importancia económica y naval creciente atrajo a los enemigos y el califa cordobés Abd al-Rahmán III  decidió elevarla el año 955 a la categoría de medina, rodeándola de murallas para su defensa. Almería incrementó su extensión durante el resto del periodo califal y, a partir de 1014, durante las etapas taifas y almorávide, ampliándose con dos arrabales que se rodearon de murallas.

Almería se convirtió el año 1147 en objetivo de la segunda cruzada y fue tomada por cruzados castellanos, aragoneses, genoveses, pisanos y de otras nacionalidades. Tras una década fue nuevamente asediada y tomada por el movimiento islámico de los almohades. De aquellos años o poco más tarde se ha conservado un plano genovés de las fortificaciones de la plaza de Almería, probablemente el más antiguo con carácter militar de Europa. Un nuevo intento de conquista realizado el año 1309 no consiguió su objetivo y Almería se mantuvo en el reino nazarí de Granada hasta finales del siglo XV.

Los Reyes Católicos y sus sucesores, nuevos señores de Almería, acometieron la renovación de las fortificaciones almerienses, adaptándolas al predominio de la artillería, para defender una plaza que se hallaba en la frontera marítima de España. La iglesia también contribuyó a dicho esfuerzo con la construcción de la catedral fortaleza.

Entre los siglos XVI y XIX, se sucedieron las visitas de ingenieros militares que realizaron informes sobre las fortificaciones y proyectos para mejorar las condiciones de defensa de la plaza, renovando su dispositivo defensivo cada vez que estallaban conflictos armados. El éxito acompañó al esfuerzo y, aunque sufrió agresiones, ningún enemigo acometió ataques efectivos que le dieran la posesión de la plaza hasta que en el marco de la Guerra de la Independencia, durante la ocupación francesa Almería tomada por una expedición hispano-británica que, procedente de Cartagena, destruyó buena parte de sus fortificaciones.

Almería rechazó un ataque liberal en las postrimerías del absolutismo monárquico y fue puesta en estado de defensa en 1836, como las restantes plazas del reino de Granada, frente al levantamiento carlista. Sin embargo en 1855 Almería perdió su carácter de plaza de armas e inició el derribo de las murallas, gran operación inmobiliaria y negocio urbanístico, que arrasó las murallas de levante y de la marina, sin que apenas se levantaran voces contra el atropello.

No obstante, han subsistido la Alcazaba, diversos tramos de muralla y el cuartel de la Misericordia. Esta obra se convierte en un referente imprescindible para su conocimiento, difusión y puesta en valor, facilitando su reconocimiento y proyección hacia el futuro.

La publicación de la presente obra ha contado con el patrocinio  de la Consejería de Turismo y Comercio de la Junta de Andalucía y la colaboración de Fundación Cajamar, la Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes, la Fundación Museo Casa Ibáñez y la Asociación de Amigos de la Alcazaba de Almería, Delegación Provincial de la Asociación Española de Amigos de los Castillos.

Almería. La plaza de armas: más de un milenio de fortificaciones.

SKU: 978-84-88538-74-X
40,00 €Precio
  • 2014

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