Población situada en la costa sudoriental de Sicilia, Siracusa fue ciudad griega fundada el año 733 antes de Cristo por Arquías, originario de la polis de Corinto. Fue durante siglos capital de la isla, siendo conocida como la patria de Arquímedes, matemático e ingeniero, que en el curso de la II Guerra Púnica (218-201 antes de Cristo) estuvo al frente de la defensa de la ciudad durante el asedio romano de los años 214 al 212 antes de Cristo. Entre los años 1504 y 1713 la ciudad de Siracusa, como el reino de Sicilia, estuvo bajo dominio de la dinastía española de los Habsburgo, pasando su soberanía, por el tratado de Utrecht, a la rama austriaca de dicha familia.
Gravemente dañada por los terremotos de 1542 y 1693, la mayor parte de sus edificios fueron reconstruidos en estilo barroco y gracias al extraordinario patrimonio monumental que ha conservado de su dilatada historia el año 2005 la ciudad de Siracusa fue incluida por la U.N.E.S.C.O. en el catálogo del Patrimonio de la Humanidad.
Una patente de sanidad emitida el 5-11-1724, de excelente grabado, realizado por un presumible Pietro Doria, que a duras penas se deduce del mismo, dada su mediocre impresión, presenta a vista de pájaro la plaza de Siracusa, cuyo solar fue mucho mayor en la antigüedad, pero había quedado reducida a la isla de Ortigia. La ciudad aparece representada desde el castillo Maniace, a la derecha, promovido en la primera mitad del siglo XII por Federico II de Suabia (1105-1147), sobre una fortificación anterior que mandó erigir el general bizantino Jorge Maniace, cuyo apellido se ha mantenido para denominar la fortificación; hasta el imponente conjunto abaluartado, con doble foso, que defendía la isla de cualquier ataque procedente de tierra firme. Las murallas abaluartadas que fueron erigidas en Siracusa entre los siglos XVI y XVII, bajo soberanía española, transformaron la ciudad en una de las plazas fuertes mejor defendidas del continente, siendo considerada inexpugnable. Asimismo se conservaron otras fortificaciones en el centro y el perímetro levantino de la ciudad, frente al puerto Pequeño, que en la vista de pájaro del grabado aparece en la parte superior de la ciudad.
A partir del año 1870, tras la unificación de Italia, fueron demolidas la mayor parte de las fortificaciones que defendían la plaza.
Por el mar que rodea la isla, especialmente en el puerto Grande, figuran galeras, veleros menores y naves de mayor porte.
Volviendo al puerto Grande, campean sobre el mismo dos escudos:
El de la ciudad formado por un águila al natural cesando su vuelo, con el ala izquierda cerrada, surmontada en el pecho por un castillo torreado y timbrada por corona real.
El que rememora la tradición de la presencia de Hércules en la isla con dos columnas sobre las cuales en una filacteria puede leer el término: “PLVS”.
Finalmente entre los citados escudos, integrado en la guirnalda de separación entre la representación terrenal y la celestial figura, sobre águila explayada, el escudo que por la fecha de emisión, debería de pertenecer a Carlos VI de Nápoles y IV de Sicilia, que también fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y había sido pretendiente al trono de España frente a Felipe V; pero teniendo en cuenta que aún conserva en el escusón central las tres flores de lis, probablemente este escudo debe de pertenecer al citado Felipe V y la patente sería impresa antes del año 1713 en que, como se ha indicado, hubo de ceder la soberanía de la isla a su oponente en la Guerra de Sucesión, no obstante continuaron empleándose las patentes existentes, hasta que se agotaran.
Amparando la ciudad se representa una corte celestial formada por los siguientes componentes:
La Inmaculada Concepción preside la escena, con capa agitada al viento, corona de estrellas y halo radiante; descansa sobre nubes y la luna, pero no pisa la serpiente/demonio, como en otras ocasiones. Sobre su halo místico se sitúa una custodia radiante entre nubes, en el fondo de una concha.
Santa Lucía de Siracusa, cuyo nombre significa “luz” o “la que lleva la luz”, fue mártir de comienzos del siglo IV, durante la persecución de Diocleciano y Maximiano; en el grabado figura a la derecha de la Virgen, mostrando la palma de martirio en su mano derecha, sostiene con la izquierda una bandeja con sus ojos, que se llegó a arrancar o se los arrancaron, según diversas leyendas. Recibe culto en las iglesias católica, ortodoxa y luterana y es patrona de Siracusa y de otras muchas poblaciones de Europa y América.
San Martín, barbado, figura a la izquierda de la Inmaculada Concepción, revestido de obispo, con mitra y báculo, con su mirada atraída por la custodia citada.
San Roque, protector contra las enfermedades contagiosas, a la izquierda de la corte celestial, figura en peregrinación con su perro.
San Sebastián, al que también se rendía culto como protector contra las epidemias, a la derecha de la corte celestial, figura amarrado a un tronco, semidesnudo y asaeteado.
La representación se completa con ángeles que desde los ángulos superiores del grabado sostienen parte de sus adornos.
Antonio Gil Albarracín
Doctor en Historia
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