Entrado el siglo XIX las autoridades sanitarias valencianas encargaron una patente de sanidad a Vicente López Portaña, que fue emitida, al menos, entre los años 1811 y 1815. Su autoría aparece acreditada al pie del documento con la leyenda: “Vicente López la dibuxó. / Tomás López Enguidanos la grabó”.
Tratemos brevemente de los firmantes.
Vicente López Portaña (Valencia, 19-9-1772-Madrid, 22-6-1850) era hijo de Cristóbal López Sanchordi, pintor adornista, y Manuela Portaña Miró. Inició en 1785 su formación en la Real Academia de San Carlos de Valencia. Obtuvo en 1789 una pensión para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Volvió a Valencia en 1792 hasta que Fernando VII lo reclamó, nombrándole el 1-3-1815 su primer pintor de cámara. Contrajo matrimonio el 21-1-1795 con María Piquer Graión, con quien tuvo dos hijos, Bernardo (1799-1874) y Luis (1802-1865), que serían sus principales ayudantes y seguidores de su arte. Vicente López fue considerado el mejor retratista de su época, tras la figura de Francisco de Goya.
Tomás López Enguídanos Perlés (Valencia, 21-12-1775- Madrid 1850), el otro firmante de la patente emitida por Valencia, era el menor de tres hermanos, los otros, José y Vicente, también ejercieron de grabadores. Estudió dibujo en la RealAcademia de San Carlos de Valencia y en 1786 se trasladó a Madrid para continuar hasta 1790 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde fue premiado reiteradas veces. Sería académico de ambas instituciones. El 23-7-1804 recibió el título honorífico de grabador de cámara de Carlos IV (1788-1808); el 17-3-1808 el monarca le asignó un salario de 15.000 ducados anuales. Activo colaborador de la Real Imprenta, sus grabados parten a menudo de dibujos de Vicente López. En 1813 recibió el título de miembro de mérito de la Real Academia de Nobles Artes de San Carlos de Nueva España (México).
La patente ideada por Vicente López para Valencia establece diferencias con las anteriores, pues integra el texto del documento en el grabado, que reduce la corte celestial a la Virgen de los Desamparados, flanqueada por los santos Vicente Mártir y Vicente Ferrer.
San Vicente Mártir aparece revestido de diácono, con la cruz de aspa y la palma del martirio, arrodillado sobre una rueda de molino. San Vicente Ferrer, con hábito de dominico, su rodilla derecha genuflexa ante la Virgen, el dedo índice de la mano derecha en alto, una llama sobre su cabeza tonsurada, sosteniendo con su mano izquierda una fanfarria de la que sale un texto de difícil lectura, unas flores y un libro o lápida en el que a duras penas se puede leer el inicio del mensaje apocalíptico citado; a su pie la mitra y la teja, por los cargos sacros rechazados.
El pie del documento aparece centrado por el escudo de la ciudad, con las armas de Aragón en losange, orladas por cenefas vegetales y, desde el siglo XVII, por dos L, abreviatura duplicada de leal, por haber resistido la ciudad dos asedios de las tropas de Pedro I de Castilla, en los años 1363 y 1364, manteniendo su lealtad a Pedro IV de Aragón, en la Guerra de los Dos Pedros (1356-1369), uno de los conflictos surgidos durante la Guerra de los Cien Años (1337-1453), el larguísimo enfrentamiento entre franceses e ingleses que se prolongó 116 años.
Flanquean sentados, a modo de tenantes, sin sus leyendas, los arcángeles Miguel y Rafael, alados, el primero con armadura y yelmo, escudo y espada, pisando al dragón vencido, alegoría de satanás; el otro con túnica, espada y corona.
Junto a san Miguel aparece una vista de pájaro de parte de Valencia, con la puerta del Real de la muralla y, destacando sobre la misma, de izquierda a derecha, la torre de santo Domingo, el Miguelete y el cimborrio de la catedral, la torre del Salvador y parte de la cúpula de la basílica de la Virgen de los Desamparados.
Junto a san Rafael una marina, con veleros en la playa o navegando por el horizonte.
El texto y las escenas del pie se acotan con árboles diversos y palmera datilera que limitan el grabado.
© Antonio Gil Albarracín
Doctor en Historia
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